Muchos de nosotros, jóvenes de entre 18 y 40 años, nos encontramos al pie del cañón, con las armas del conocimiento, en el mundo académico o en la gestión pública, listos para combatir al enemigo interno y externo. Otros, luchan por el frente del Poder Legislativo, como Alberto de Belaunde y Daniel Olivares, en una de las peores bases de combate. También están los periodistas que se encuentran realizando un trabajo constante, luchando por una causa adicional: la independencia periodística. Un nuevo tipo de combatiente sorprende con una fuerza inédita: los influencers adolescentes. Por otro lado, no menos importante es la manifestación artística y de personajes públicos. Finalmente, en trinchera, están los ciudadanos, votantes por 1, 2 ,3 o 4 elecciones, no solo profesionales y estudiantes, cansados de un sistema que no los representa y al que le rinden tributo y obediencia. 

Nuestra principal arma es el pensamiento, que refleja la globalización que nos ha visto crecer. Un modo de pensar que no viene de la guerra ni del terrorismo, sino de la prosperidad del acceso a la libre información a través del internet. Con las ventajas de no depender de los medios de comunicación para escuchar diferentes versiones de los hechos, y de haber nacido en democracia. 

Lo peculiar es que este proceso de globalización y de revolución informativa se ha entrelazado con la migración del campo a la ciudad de  jóvenes peruanos, que escapando de la falta de servicios, educación y trabajo, no han visto mejorar la condición de sus abuelos y padres pese a los años y al desarrollo económico que nos alejan de los años del terrorismo y la crisis de los años 90. En este sentido, la mayor parte de los jóvenes peruanos hoy en día tienen acceso a la información. 

Me alegra que haya llegado el momento de despertar. Aunque hayamos tocado fondo para lograrlo. Y el despertar va más allá de una manifestación de nuestra voluntad hacia las otras generaciones que han manejado nuestras vidas a su criterio: pensando que lo aprendido por ellos es lo mejor para nosotros también, y que lo tradicional y lo conservador nos lleva al camino del bien, conectando nuestra enseñanza escolar a los valores católicos que siguen arraigados en la sociedad peruana. 

Los jóvenes peruanos estamos manifestando la voluntad de que el gobierno que nosotros elegimos se comporte como nosotros lo esperamos. 

El terrorismo fue una mochila que tuvo que cargar nuestra sociedad por muchos años. Esa mochila ya no nos corresponde. Hoy no hay guerrilla, hay energía. 

Nosotros no nos quedamos callados, eso es lo que dicen nuestros padres.

Nuestra mente tampoco.